Simone Weil – Arizmendiarrieta. Reflexiones sobre el trabajo.

Conclusiones de las mesas redondas de la Asamblea General : El trabajo es un concepto transversal, universal. Afecta a la esencia misma del ser humano: construye a la persona, construye humanidad. Es una fuente del que se nutren ideologías, creencias, teorías…….

A su vez el concepto trabajo es afectado por las ideas, ideologías, creencias o intereses que la definen. Según sea el prejuicio del cristal desde el que se mira al trabajo así resulta su naturaleza. Desde la maldición divina de la Biblia hasta ser considerada como la colaboración humana en la culminación de la Creación y, por tanto elevando a los humanos a la condición de colaboradores de Dios, nos encontramos con todo un amplio abanico de ideas que pretenden ser las verdaderas definiciones de la naturaleza del trabajo.

Esta diversidad de versiones del concepto trabajo tiene, sin embargo, un elemento común y  coincidente: convenientemente enfocado hacia lo bueno crea riqueza, valor económico, progreso, conocimiento,  capital social, ciencia, ……..Nada ni nadie prescinde del trabajo a la hora de plantear propuestas políticas, sociales, humanas e incluso religiosas. El trabajo forma parte de la vida.

Hay quien sostiene que el trabajo es una actividad positiva siempre y si es destructivo ya no debería definirse como tal, sino destruir, arruinar, quebrar. Por eso no se puede caer en la trampa de considerar un trabajo bien hecho al trabajo que persigue el mal de las personas y de la sociedad.

Todo trabajo que merece ser realizado, merece ser bien hecho. El trabajo es una herramienta que los humanos poseemos para materializar nuestra naturaleza esencial en el mundo. Es la huella que dejamos de nuestro genio, de nuestro poder. ¿La única herramienta? ¿La más importante?. Las opiniones se dividen y se matizan pero ambas coinciden en considerar su importancia radical.

El trabajo trasciende la vida de las personas, va más allá de su presencia física en el mundo. Es como la semilla que no muere: germina, tanto en su vertiente espiritual como que en su manifestación material.

Cada parcela de las que se ha abordado el concepto trabajo, la hondura  de las reflexiones se ha concretado en ideas que no podemos desarrollar con la mínima eficiencia en tan poco tiempo de redacción.

El trabajo nos pone en contacto con la realidad, nos enfrenta a la verdad de las cosas. El trabajo bien hecho para hacer el bien hace crecer la dignidad humana. «Solo el trabajo crea virtud, solo la virtud crea dignidad»

Auto realización. Persona.

Parece que la tendencia al trabajo remunerado económicamente en función de la tarea tiende a desaparecer. La misma necesidad del ser humano de saber para que trabaja, conocer el sentido de su esfuerzo requiere ponerlo en contacto con el resultado final y con la valoración que el cliente o usuario hace de su aportación. Hasta ahora se ha desestimado (tal vez por el excesivo economicismo que nos invade) el salario emocional mucho más alineado con las necesidades de sentimiento humano al que tiene derecho el ser humano.

La naturaleza del trabajo del obrero manual no cubre las expectativas que las personas tienen de realizar algo valioso para sentirse valiosos. Es necesario elevar la categoría de las tareas repetitivas y sin contenido profesional y crear trabajos que asuman responsabilidades similares a las del artesano, permitiendo que cada «obra» lleve el sello, la marca, el estilo de su autor.

El modelo capitalista ha colonizado los modelos de trabajo cooperativo. O mejor dicho, hemos copiado lo que funcionaba en las empresas sin darnos cuenta que condicionábamos, a través de los medios de producción, el sentido espiritual que nuestra ideología humanista exigía. Los modelos organizativos son materializaciones de la ideología que los alumbra. El liberalismo económico imagina la empresa guiandose por el paradigma de la máquina. El ideal capitalista es crear una organización que pueda ser controlada permanentemente, que las piezas encajen con precisión y cuando una de ellas se deteriora que pueda ser repuesta con otra igual. Las piezas obsoletas o envejecidas son arrojadas a la chatarra: molestan. Las piezas no necesitan saber que produce la máquina, estan diseñadas para una operación y esa es toda su responsabilidad y el conocimiento que requieren se límita a ese ejercicio. Sobran, de paso, las emociones, los intereses personales, las relaciones interpersonales, etc

El trabajo repetitivo, carente de sentido finalista embrutece. La cadena de montaje, encadena.  El trabajo que llena al trabajador es aquel que le permite crear.

El trabajo trabaja a la persona y si es vulgar, sin alicientes ni transcendencia embrutece, esclaviza, duele. Es un trabajo que tortura, es una condena de los dioses hacia el ser humano.

El trabajo humano hace progresar la humanidad que las personas incubamos en el alma y que pugna por salir.

La pirámide Maxlow sugiere las diferencias que existen en las motivaciones personales. Cuanto más cualitativas humanamente sean las necesidades personales satisfechas con nuestra actividad más satisfacción sentimos.

Ganar dinero es menos satisfactorio que el reconocimiento social o profesional (salvando el hecho de que, demasiadas veces, el nivel del salario es la única referencia que se menifiesta para evaluar un trabajo) .

Los trabajos sin contenido nos obligan a buscar satisfacción “externa”; los trabajos con contenido relevante desde el punto de vista de contribución al desarrollo personal satisfacen en sí mismos.

No solo importa la calidad material del trabajo, importa más el sentido, la finalidad que persigue: podemos fabricar bombas de racimo con una precisión y calidad extraordinaria y sentirnos miserables por ello. Y si, en aras de nuestra comodidad, apagamos en nuestro interior la alarma moral que la conciencia activa en estos casos  descendemos en la escala de la humanización.

El trabajo desprovisto de humanidad reduce al ejercicio de nuestras habilidades y potencialidades pero no ayuda a dar sentido a nuestras vidas.

Históricamente al trabajador se le ha hurtado el derecho a dar sentido a su actividad y a su vida. El espíritu del trabajo no se puede vender ni comprar, se compra el resultado del trabajo pero no el trabajo en sí (algo similar al acto sexual «comprado» y el amor)

El reto para el cooperativismo trasciende del logro de asegurar el mero ejercicio de la voluntad de los socios en la Asamblea General, por muy importante que esto sea sino que debe asegurar su desarrollo personal.

Servicio a la comunidad

Al pensamiento liberal que sostiene que el egoísmo personal crea bienestar social a través de la mano invisible que regula el mercado libre oponemos el criterio opuesto formulado con la idea contrastada de que todo lo que es bueno para la sociedad es bueno para el socio, pero no todo lo que es bueno para el socio es bueno para la sociedad.

La empresa de economía del bien común no renuncia a la eficiencia técnica, económica o financiera pero tampoco renuncia al ejercicio de los valores humanos.

Desarrollo social

Aún la ciencia no ha descubierto el modo de cómo la materia logra crear algo espiritual. El cerebro crea el pensamiento,  posibilita la imaginación, obedece a criterios éticos…. De esta forma descubrimos que tenemos una realidad no material: mente, que habita la materia: cerebro.

Hay quien se pregunta si no será el espíritu (mente) que se sirve de la materia (cerebro) para manifestar su naturaleza. Una especie de Software que “crea” el Hardware para ejercer su cometido.

Una sociedad sin conciencia espiritual es zombi ; una sociedad sin materializarse en realidad tangible es fantasmal. Necesitamos de la materia y del espíritu: de la eficacia de las organizaciones  y de la conciencia moral.

El desarrollo tecnológico no siempre produce progreso humano. Pero es un factor que esta influyendo decisivamente en el cambio conceptual del trabajo: hoy se trabaja sin necesidad de tanto esfuerzo físico, sin tanta sujeción a tareas penosas.

La innovación social es un factor mucho más decisivo para el desarrollo humano y empresarial que la innovación tecnológica.

El trabajo debe estar al servicio de la comunidad y al servicio de del desarrollo personal.

Los militares anhelan vencer en el campo de batalla; los poetas ansian describir la naturaleza, los políticos desean dirigir la sociedad, los religiosos adoctrinar…los trabajadores desean transformar la naturaleza obedeciendola.

La economía no siempre ayuda a la mejora de la sociedad. La excesiva polarización y desarrollo de lo económico produce el mismo efecto que el cancer en el cuerpo humano: su muerte.

El cambio de valores se hace necesario: no queremos economizar la humanidad sino humanizar la economía.

La cuestión es si debemos permitir la sumisión de los imperativos humanos a los imperativos economico-financieros y la dependencia de los valores morales de los valores materiales.

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