El líder de Don Jose Mª

La psicosociología ha dejado bien claro que un líder no es un extraterrestre atípico de una pasta diferente a la nuestra. Un líder es un ser humano que ha visto algo con mayor claridad e intensidad que la gran mayoría, tiene fuerza para convocar a un grupo al que transmite su intuición y aglutina junto a sí, y tesón para perseverar en el empeño a pesar de las dificultades.

He aquí el primer rasgo. Pero el rasgo recién señalado está precedido de este otro: en su historia anterior se ha impregnado de una serie de valores que van a dar a su obra posterior un estilo y un perfil característicos.

Este sería el segundo rasgo que debe reseñarse. Valores y carácter necesitan, para forjar un líder, unos ideales que los activan y generan en el sujeto una pasión que unifica sus energías. Este tercer paso es capital. Tras él vendrá el descubrimiento de una necesidad sufrida por muchos que añoran pasivamente la cobertura de esta necesidad. Este será el cuarto rasgo.

El líder se moviliza para dar respuesta a esta necesidad y se dedica a preparar al grupo de sus más estrechos colaboradores. Es el quinto
rasgo. Formado el grupo, la intuición inicial se desarrolla, se convierte en proyecto, toma cuerpo. Este es el sexto rasgo. A partir de este momento el líder vela por que el proyecto ya encarnado no se duerma, no se instale en la repetición, sino que se renueve, se perfeccione, haga frente a nuevas circunstancias. Este sería el último rasgo del líder.

Quienes conocisteis y tratasteis a D. José Mª podréis identificar y concretar mucho mejor que yo todos estos rasgos en él. Pudisteis
comprobar en él su capacidad de ver la realidad humana y social del Arrasate de su tiempo y su fuerza para convocaros a la obra de su transformación (primer rasgo). La historia de su vida ha dejado patente que en el seno de su familia se impregnó de los valores del
trabajo, de la constancia, del sentido práctico, de la austeridad, del ahorro (segundo rasgo). El Seminario de la preguerra que él vivió
combinó magníficamente –como veremos más detalladamente en el punto siguiente- dos movimientos: uno hacia el interior, hacia el cultivo del sentido de Dios, de la identificación con la figura de Jesucristo; el otro, hacia el exterior: la preocupación por la cultura (José Miguel de Barandiarán) el Tercer Mundo (Ángel Sagarminaga) por la justicia social
(Gregorio Yurre). Estas dos líneas de fuerza dieron en la diana de D. José Mª y alentaron definitivamente sus ideales (tercer rasgo). Con este bagaje bien interiorizado Arizmendiarrieta se encuentra con la penosa situación socioeconómica del Arrasate de la inmediata postguerra y madura en su interior la decisión de dedicarse, desde su conciencia cristiana y
sacerdotal, a su transformación (cuarto rasgo).

Entre los jóvenes a los que dedica largas horas de apostolado crea un grupo que sintoniza con
sus inquietudes e intuiciones y les prepara para secundarle (quinto rasgo).

En el trabajo común nace el proyecto y sus primeras realizaciones (sexto rasgo). Sus colaboradores saben muy bien la fuerza propulsora de D. José Mª que no se conforma nunca del todo con lo logrado “Siempre hay que dar un paso más” es una de sus afirmaciones preferidas.

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