En tiempos convulsos debemos recordar que las cooperativas se crearon para alcanzar objetivos sociales y particularmente para la creación de empleo solidario. Sus sistemas organizativos y de inter-cooperación tienen ese objetivo, para lo que necesitan de una sólida estructura empresarial.
Los especialistas no previeron la crisis actual; en las cooperativas pasó lo mismo pero se tomaron medias con prontitud, que han permitido aguantar bien. Lamentablemente con un acusado movimiento de personas que van al desempleo o a la reubicación.
Existe una pregunta muy actual ¿podrán las cooperativas mantener la seguridad de empleo solidario en el futuro? Es muy probable que la respuesta sea positiva, pero habrá que estar muy comprometidos en el empeño.
Un valor importante para superar las crisis, es que en los años de bonanza, se gestionen las empresas con el objetivo de la excelencia en todos sus parámetros, tanto empresariales como sociales.
Si en tiempo de bonanza no se ha tenido en cuenta cómo afrontar las crisis: sin planes de formación y polivalencia para los socios y sin generar conciencia de austeridad y solidaridad, en tiempos de crisis las dificultades estarán servidas.
En época de turbulencias no hay que perder tiempo en encontrar culpables. Es preciso tirar todos, al mismo tiempo y en la misma dirección para superar la crisis y esto se hará mejor si se ha preparado con antelación al personal.
En Japón se dice: “Si se juntan, por lo menos, tres personas, para resolver con ánimo positivo, cualquier problema o apartar ideas que se conviertan en acciones eficaces, pueden alcanzar la sabiduría del Dios Mochi (Dios de la Sabiduría en Japón).
Los organismos interempresariales cooperativos tienen que estar muy atentos en la promoción de empleo. “El signo de la vitalidad no es durar sino renacer y adaptarse. Para perpetuarse y desarrollarse, aparte de mantener la competitividad dentro del mercado, hay que potenciar a las personas, no tanto desde un punto de vista económico, cuanto de una óptica total del ser humano” (D. José Maria).
La democracia cooperativa requiere de la participación y consenso de los socios trabajadores con los planes estratégicos. Como resultado, se reducirán las incertidumbres y se estará en mejor posición para superar los obstáculos. “En las cooperativas todos somos responsables de todo” (D. José Maria)
Otro capítulo objeto de atención es el de la educación. “Es más fácil educar a un joven que reformar a un hombre”. La educación cooperativa debe empezar desde la juventud y la enseñanza debe ser permanente para que sea eficiente.
¿Cuál era y es la motivación para estar en el mundo de las cooperativas? Tiene una respuesta compleja. Puede ser: seguridad en el trabajo, consideración de la persona, conocimiento de la empresa, el tener un voto, el dinero, la promoción, la participación u otra.
La principal motivación, que hace que las cooperativas continúen con pujanza, es la aportación por conseguir un mundo del trabajo más justo, teniendo como esencia las personas y solo como instrumento al capital, siendo el valor más importante la solidaridad.
Arizmendiarrieta trataba de difundir, más que los éxitos los valores, a través de la educación. La Escuela Profesional en sus inicios enseñaba y practicaba la cooperación. Dan constancia los alumnos y profesores que lo vivieron. Dentro de las cooperativas, se vivía y se conocían los ejemplos de solidaridad y entrega al trabajo común.
Hoy, que el crecimiento cooperativo de MONDRAGON ha sido espectacular, se conoce más a las cooperativas por sus éxitos empresariales, que por sus valores solidarios. Aunque es bueno el reflejo del éxito, también es un peligro que nos hace perder el norte de la esencia de los valores cooperativos. Es imprescindible difundir los valores cooperativos en la enseñanza, en la sociedad y en las propias cooperativas.
El magisterio de D. José María sigue vigente.
Iñaki Maruri,miembro de Mundukide