En 1844 coinciden en Inglaterra hechos relevantes representativos de los tres sistemas económicos que iban a dominar el mundo económico en los siguientes años. Con la perspectiva del tiempo se pueden hacer algunas consideraciones, necesariamente esquemáticas, sobre la evolución de cada uno de ellos. Los eventos reseñables fueron los siguientes:
1.-Se aprobaron en el Parlamento inglés la ley que regulaba el funcionamiento de las sociedades por acciones y la ley constituyente del Banco de Inglaterra, que fijaba el papel del Banco central en la economía y completaba las bases del sistema bancario y monetario.
Se establecen, de esta manera, tanto a nivel microeconómico como macroeconómico la estructura del llamado sistema capitalista ó de libre mercado.
2.-Ese mismo año Marx y Engels publican sendos libros, describiendo las pésimas condiciones de la clase trabajadora británica y desarrollando los fundamentos filosóficos del posterior Manifiesto Comunista, editado 4 años más tarde.
3.-Después de numerosos intentos fallidos anteriores, 28 trabajadores (27 hombres y 1 mujer) fundan en Rochdale, localidad cercana a Manchester, la primera cooperativa que va sobrevivir, representando simbólicamente el nacimiento del cooperativismo moderno.
Mucho se ha escrito desde entonces sobre las desigualdades e injusticias creadas por el sistema capitalista, como luego describiremos sucintamente. En cualquier caso, la implantación de dicho sistema coincide con el período en que una buena parte de la humanidad ha incrementado espectacularmente su renta y mejorado sus condiciones de vida. Según las estimaciones de Angus Madison, en su libro «La economía de Occidente y del resto del mundo en el último milenio» la renta media de los países del Occidente de Europa se dobló desde el año 1.000 al 1.800 pero luego se ha multiplicado por 20 en los dos siglos posteriores.
Las sucesivas crisis del sistema, al que Marx predijo su muerte como consecuencia de sus contradicciones internas, han ido resolviéndose con sucesivas reformas, en parte motivadas por la acción reivindicativa de las clases trabajadores, tanto a nivel de empresa como mediante la acción política, modificando leyes injustas que daban privilegios inadmisibles a grupos económicos minoritarios que les aseguraban pingues beneficios a expensas de altos precios a pagar por la ciudadanía en productos de consumo básicos.
El sufragio universal, sustituyendo al derecho de voto exclusivo de los poseedores de tierras ( y que hacía, por ejemplo, que sólo tuvieran derecho a voto un 2% de la población), es apoyado por los grupos más preclaros de las clases dirigentes y abre la puerta a reformas sociales y económicas que, 100 años más tarde, culminan en la denominada » economía social de mercado», que poco tiene que ver con las dramáticas condiciones en que vivían las clases trabajadoras al comienzo de la revolución industrial.
El extraordinario incremento de la renta en los años en que el sistema capitalista ha estado en vigor es consecuencia, por otra parte, de la eficacia en la aplicación de los descubrimientos científicos y técnicos, con el consiguiente aumento de la productividad y de la creación de riqueza.
Sin embargo, en los primeros años de este sistema, el egoísmo desenfrenado de los propietarios de los nuevos medios de producción hizo pensar a Marx que la dramática situación de los trabajadores nunca se podría corregir dentro del sistema, dominado por unos pocos, y que sólo una fórmula revolucionaria podría modificarla.
Ciertamente, el descontento social tenía razones sobradas: niños de 8 y 9 años trabajando 12 horas diarias en las industrias textiles (¡hasta el año 1833 no se aprueba la ley prohibiendo el empleo de niños menores de 9 años!), jornadas laborales generalizadas de 15 horas diarias para los jóvenes y de 12 a 15 horas paras las mujeres (hasta el año 1847 no se limita la jornada diaria a 10 horas).
Se daba, por otra parte, una alta mortalidad infantil debido a la falta de nutrición y de condiciones higiénicas adecuadas: en 1839 la mitad de los funerales en Londres fueron de niños menores de 10 años y la emigración suponía una de las pocas salidas individuales a aquella situación, lo que generó la marcha a USA de 11 millones de personas en los últimos 20 años del siglo XIX.
Sin embargo, la aplicación de las propuestas de Marx condujo a una situación económicamente ineficaz y que produjo la muerte de millones de personas en la URSS, bien por errores económicos, bien por razones políticas. La búsqueda del bien común sustituyendo la propiedad privada de los medios de producción (y con ella cualquier iniciativa privada) por la propiedad estatal de los mismos; la sustitución del mercado por la planificación centralizada y de la democracia política por la dictadura de un partido único «bienintencionado» devino en un sistema cuyo fracaso se visibilizó con la caída del Muro de Berlín.
La superioridad práctica de la llamada “economía de mercado” (a pesar de sus nuevas crisis) quedaba, así, incuestionable, lo que hace que cualquier otra alternativa se reduzca a países como Corea del Norte con regímenes ineficientes… y despiadados.
¿Y cuál ha sido la aportación del cooperativismo en este tiempo? La respuesta a esta pregunta merece unos comentarios adicionales que serán objeto de un próximo artículo.