Las cooperativas, en tanto que organizaciones arraigadas en una sociedad determinada, reflejan determinados valores, actitudes y relaciones sociales. La perspectiva de género nos permite ver cómo afecta el género en las oportunidades, roles e interacciones entre las personas.
Las cooperativas son entidades basadas en valores como la igualdad y equidad, lo que supone una ventaja a la hora de promover la equidad de género. Sin embargo, la creencia de que está garantizada per se, nos impide identificar los obstáculos no formales que existen a la hora de alcanzarla, naturalizando y perpetuando la brecha de género.
El compromiso por la equidad de género no se limita al cumplimiento de la ley. Se demuestra integrando de forma activa la perspectiva de género en las cooperativas. Para ello, es necesario analizar críticamente la cultura organizacional, tomar decisiones y llevar a cabo acciones específicas; y también, revisar a nivel individual nuestras prácticas y la visión del mundo sobre la que se sustentan. Al fin y al cabo, nos corresponde, como se ha hecho históricamente, dar respuesta a los retos actuales desde la idiosincrasia cooperativa.
Leire Uriarte, Arianne Kareaga, Marixe Ruiz de Austri y Mirene Zufiaurre, del Instituto de Estudios Cooperativos LANKI, en el marco de colaboración con ALE – Arizmendiarrietaren Lagunak Elkartea.