En un contexto global marcado por crisis múltiples —sociales, ecológicas, económicas y éticas, resurgen con fuerza propuestas que, sin ser nuevas, se revelan extraordinariamente actuales.
Hoy los primeros gestos del reciente pontificado de León XIV (Robert Francis Prevost), elegido Papa en mayo de 2025, nos hacen recordar la convergencia con el pensamiento de José María Arizmendiarrieta, impulsor del cooperativismo transformador en el País Vasco a mediados del siglo XX, en especial en los siguientes puntos:
El bien común como lógica fundante
Arizmendiarrieta ya denunciaba en los años 60 que la empresa capitalista organizada solo en torno al capital y no a la persona, no respondía a las exigencias de dignidad humana. Frente a ello, propuso una organización cooperativa al servicio del bien común. León XIV, en su primera etapa como Papa, ha subrayado que uno de los principales desafíos contemporáneos es reorientar la economía hacia la inclusión y la justicia social, retomando las líneas maestras de Rerum Novarum (León XIII). En ambos casos, el bien común no es solo un ideal ético, sino un criterio operativo que debe informar la vida institucional.
Persona, participación y trabajo digno
Ambas visiones coinciden en colocar a la persona en el centro de la actividad económica. Arizmendiarrieta planteaba la participación plena en la propiedad, la gestión y los resultados como fundamento de la empresa cooperativa. León XIV, en su acción pastoral y en sus primeras intervenciones como pontífice, ha defendido una Iglesia sinodal, participativa, corresponsable y sensible a la realidad del mundo del trabajo. El trabajo no puede ser reducido a mercancía: es una vocación y una forma de dignificación.
Formación, compromiso y transformación social