Digno de ser venerado

Presumo que infinidad de cooperativistas y, sobre todo, quienes no conocieron a Dn. José María, además de los muchos de los miembros de la Asociación que lleva su impronta motivadora, hubiesen preferido que no se hubiese iniciado su proceso de beatificación. Pero esta fue una decisión que Gorroñogoitia y yo iniciamos hace ahora exactamente 12 años y que avanza con la fluidez vaticana propia de los aquilatados procesos que se apoyan en un soporte espiritual y teológico incomparable al modelo de gestión en la vida ordinaria.

No obstante hemos tenido la suerte de iniciar la causa y llegar hace dos años y medio a la clausura de la instrucción diocesana en la Catedral del Buen Pastor de San Sebastián el día 6 de mayo del año 2009. Ya el día 19 del mismo mes se entregaban en Roma unas 3.000 páginas de documentación debidamente acondicionadas. Y todo ello no hubiera sido posible sin la eficiente y paternal dirección del entonces Sr. Obispo Dn. Juan María Uriarte. Nos animó, aconsejó, gestionó aquí, en Madrid, y en Roma para obtener la aquiescencia de los dicasterios romanos que cambian personal y las normas lo que acompleja el esfuerzo que cada día se hace más arduo.

Del total de la instrucción o proceso diocesano, el “Postulador” que hubimos de nombrar en Roma ha reducido a un 20% la totalidad de los textos enviados sumando la Presentación que hace el “Relator” con la Informatio y el Summarium que conlleva el documento escrito básico que denominamos ya familiarmente “positio”. No podemos calcular en qué momento ésta síntesis será examinada por un Colegio de Teólogos, ni cuál será su veredicto, pero confiamos que con la ayuda del Señor que Dn. José María alcance en dos o tres años el grado de “Venerable”: Primer título que se concede en Roma a quienes mueren con fama de santidad y al cual sigue comúnmente el de “Beato” y por último el de “Santo”.

Sin embargo, en este momento no intento informaros sobre la situación del proceso que seguirá su trámite ordinario bajo la Prefectura para las Causas de los Santos. Trato de traeros los mensajes y sugerencias que nos han impulsado a iniciarlo. Fuimos instados por la vehemencia que determinadas personas que le conocieron perfectamente, había dejado escritas y nos habían transmitido una orden sublime con espontáneas adhesiones cargadas de sinceridad y que tuvieron una visión santa de su vida.

Debo limitarme a haceros partícipes de tres testimonios, aunque las firmes convicciones son muchas más, pero no tienen hueco en esta circunstancia expositiva.

Empezaré por la de Dn. Joaquín Goikoetxeaundia nacido en Lizarza (Gipuzkoa) en 1905. Fue ese uno de los cinco iniciadores del llamado Movimiento Sacerdotal de Vitoria con Aldabalde-Trecu, Iceta y Etxebarria. Se consagró con gran pasión a la dirección espiritual de los últimos cursos del Seminario y lo hizo con reconocida autoridad moral. Se dedicó, en suma, según sus biógrafos a buscar la santidad específica del clero diocesano. Conoció profundamente a Dn. José María pues fue su preceptivo director espiritual. Lo movía ese lema sacerdotal tan en boga y clarividente que procedía del Seminario de Vitoria: “Sacerdote siempre. Sacerdote en todo. Sólo Sacerdote”. En 1989 los condiscípulos de Dn. José María
En el Seminario leyeron un opúsculo “Dn. José María visto por sus Condiscípulos”. En él el autor desgrana esta frase que fija una propuesta esencial manifestada por Dn. Joaquín Goikoetxeandia:

“A mí no me cabe la menor duda de que Dn. José María merece por su talla humano-divina ser elevado a los altares para que aparezca a la luz de los hombres y sobre todo de los sacerdotes, como el gran modelo de imitación”.

Y Dn. Francisco Yarza, Vicario de la Diócesis, reiteraba al oír la frase, que él era del mismo parecer.

Otro gran condiscípulo suyo Dn. Ramón Gaztelumendi en una comunicación que dirigió a un nutrido grupo de sacerdotes –creo que en Loyola- que habían conocido a Dn. José María con el mismo grado de santa admiración y emoción decía:

“El gran consuelo nuestro (se refería a los sacerdotes que le escuchaban) es que tenemos en el cielo un condiscípulo, sacerdote trabajador, de gran formación social y celoso, que nos ayudará a los que aún permanecemos aquí abajo a llegar a donde él está, a gozar de Dios todos juntos en las moradas eternas del cielo, lleno de felicidad”.

Pero no debo seguir enumerando otros testimonios de parecida procedencia que calaron en nosotros –en Gorroñogoitia y en mí- Por esta razón traigo aquí un modelo humano singular. Un notario afamado de Madrid que por pura sensibilidad, y compartir sus principios, ocupaba el puesto de Jefe de la Asesoría Jurídica de las Cooperativas a quien había que someter los Estatutos de todas las clases de cooperativas que se querían crear y de quien he hablado antes: El Sr. Del Arco. Dice así:

“Acabo de vivir el recuerdo inolvidable de Dn. José María Arizmendiarrieta, con profunda emoción y veneración. Conocí a Dn. José María y tuve el honor de disfrutar de su amistad. Para mí fue mucho más que un amigo, Su personalidad no admite parangón. El Complejo de Mondragón fue su obra y da la medida de su grandeza espiritual,. En vida le respeté y le admiré. Después de su muerte le declaro como Santo y no me cansaré de pedir su canonización por la Iglesia Católica, con muchos más méritos que otros santificados. Hoy le rezo y le seguiré rezando y confío en su patrocinio”
José Luis Del Arco, Mondragón 12 de junio de 1986.

 

 
Se agota el tiempo que se me ha concedido. Pero no puedo abstraerme de aportar una mínima parte de los mensajes que en vida nos trasmitió Dn. José María. Y este es uno dedicado ¡cómo no! su visión del trabajo:

“Por su destino, el trabajo hace al hombre colaborador de la obra creadora de Dios. Por el trabajo se adaptan los bienes existentes a las necesidades de la Humanidad. Donde la naturaleza es rebelde, el hombre reflexionando, calculando y combinando, triunfa sobre las resistencias naturales. El trabajo adquiere singular relieve y dignidad en la concepción cristiana del amor y de la vida”.
Con estos impulsos, añadidos a la deuda que en vida contraímos con él, no os extrañe que en estas fechas se cumplan 12 años cuando decidimos iniciar su proceso de canonización. Quisiera haber convencido a alguien a entender cómo Dn. José María era un hombre Santo. Por poco que hubiese logrado me consideraría suficientemente estimulado.

 

 

JMª Ormaechea
«Un empreasario tenaz, precursor y venerable»
Mondragón, 21 de noviembre de 2011

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