«Si Mondragon fuera un grupo convencional, hace tiempo que se habrían perdido miles de puestos de trabajo»

Bruno Roelants, secretario general de la Confederación Europea de Cooperativas Industriales y de Servicios, representa en Bruselas los intereses de 50.000 cooperativas que emplean a 1,4 millones de trabajadores en Europa. Entre ellos se encuentra la vasca Fagor cuya evolución sigue con especial atención.

Pese al jarro de agua fría recibido sostiene que las cooperativas tienen mimbres que les hacen más resistentes a la crisis y califica de absurdidad los lecturas que apuntan a la muerte del modelo cooperativo.

El hundimiento de Fagor ha provocado que muchos pongan en cuestión el modelo. ¿Lo comparte?

Por supuesto que no. Es un análisis erróneo. Aunque el cooperativismo tenga problemas graves eso no significa que el modelo esté en cuestión. Sería lo mismo que decir que como Enron tuvo problemas, el sistema empresarial en el mundo no funciona. ¡Es un razonamiento absurdo! El tema de Fagor en particular, y lo vemos en otras cooperativas en Europa, es más complejo que todo eso. Se trata de uno de los sectores que más dificultades está atravesando en Europa, pero están utilizando el sistema bien, para tratar de mantener la empresa y sobre todo los empleos. Gracias al cooperativismo dentro de una cooperativa, como es MCC, se puede incrementar la seguridad del empleo. Distribuir la mano de obra a otras partes del grupo Mondragon es una medida muy concreta que no se ve en ningún tipo de grupo empresarial y una ayuda inmediata.

¿Sigue considerando exitoso el modelo de Corporación Mondragon?

El porcentaje de Fagor en el conjunto total de las ventas de MCC es de un 10%. Por tanto existe otro 90% que está funcionando bien. MCC está dando todas las respuestas posibles desde una corporación, difícilmente podría hacer más. No veo otro tipo de grupos empresariales haciendo lo mismo, alguien que proporcionara una ayuda financiera como lo ha hecho Mondragon. Si fuera una corporación convencional, hace tiempo que habrían desaparecido miles de puestos de trabajo y es posible que Fagor no existiera hace tiempo.

¿El hecho de haber crecido tanto le ha pasado factura?

Es un desafío importante, sí, pero las cooperativas de Mondragon no son las únicas que han seguido esa estrategia. Estamos hablando de sectores e industrias que antes de la crisis de 2008 ya estaban globalizados. Los trabajadores de MCC decidieron dar el salto a principios de los 90 y, en general, la elección ha sido exitosa. En la corporación la mayoría de las ventas se hacen en el exterior y si no hubieran tomado esa decisión es probable que estuviéramos hablando de una corporación con la mitad de puestos de trabajo. No sé lo que podrá ocurrir ahora con Fagor pero el hecho de que las demás cooperativas del grupo hayan perseguido esa estrategia les ha reforzado y les permitirá absorber una parte de los trabajadores. Sin el trabajo de internacionalización ahora no sería posible.

La crisis dura cinco años ya. Hasta ahora parecía que las cooperativas resistían mejor.

A corto plazo diría que sí, que es muy tangible porque hay medidas inmediatas que una cooperativa puede decidir como una reducción temporal de salarios, legitimada y aceptada por todos en asamblea. También medidas de ahorro para reducir las pérdidas en la producción. Esto funciona mejor en cooperativas con un bagaje, que llegan a una crisis con reservas, con más capital y menos deuda, se supone con más oxígeno. A largo plazo es más complicado. Hablamos de internacionalización, I+D, cuestiones que requieren más dinero y más tiempo. Es aquí donde los sistemas de mutualización entre las cooperativas se tornan extremadamente eficientes. Cuanta más mutualización, más resistencia.

Los trabajadores que son socios se enfrentan a una doble pérdida, el trabajo y el capital.

En una aplastante mayoría de países, no solo en Europa, la responsabilidad se limita al montante de capital que la persona ha puesto en la cooperativa. Es decir, lo más que podría perder es el capital invertido. Pero es evidente que para un trabajador asociado a una cooperativa, sobre todo en tiempos malos, el valor del trabajo es superior al del capital, aunque haya puesto miles de euros.

¿Ha habido cierres de cooperativas en los últimos años?

Pocos y en general las que han cerrado ya tenían problemas. Hay tres tipos de mortalidad. Las que tenían problemas crónicos antes de la crisis, las nuevas que no han podido resistir porque no han tenido tiempo de dotarse de mecanismos de resistencia. Y casos que dependen de una coyuntura como Fagor, o empresas del sector de la construcción en Italia. Algunas tuvieron que cerrar, no porque tuvieran deudas sino porque el Estado no les pagaba por las obras públicas realizadas.

¿En qué países es el modelo cooperativo más fuerte?

España e Italia son los dos países donde numéricamente el cooperativismo de trabajo, en industria y servicios, es más fuerte. El tercero es Francia. Aunque diría que el sistema más maduro es el de Italia porque tiene toda una serie de leyes, disposiciones e instrumentos nacionales y financieros para hacer frente a la crisis muy eficaces.

¿Cree que la recuperación puede ser más fácil y rápida en una sociedad cooperativa?

Sí porque los propietarios son los trabajadores y tienen un comportamiento más empresarial. No solo tienen capacidad de resistir sino también de renovarse, creando propuestas o trasladando trabajadores.

¿Cómo ve el futuro de las cooperativas?

En algunos sectores como los servicios sociales están creciendo. En otros seguirán sobreviviendo porque todavía pueden producir, pero en otros sectores si no hay recuperación va a haber más dificultades y cierres. De todas formas, soy optimista porque cinco años después del estallido de la crisis todavía vemos que, grosso modo, el número de empresas es el mismo y también el de empleo.
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Lunes, 21 de Octubre de 2013

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