Arizmendiarrieta en la frontera

La frontera es hoy en día un símbolo o metáfora que va más allá de las cuestiones puramente geográficas.

Hay muchas áreas, culturales, sociales o ideológicas, en las que nos encontra­ mos divididos y en las cuales hemos establecido, o heredamos, muros que aunque parezcan invisibles o intan­ gibles ciertamente establecen espa­ cios cerrados y estancos, con poca comunicación entre ellos.

Para la misma Iglesia católica, y para todos, las fronteras son lugares que, aunque parezcan inhóspitos o incómodos,son lugares de crecimien­ to, de renovación, de contacto con otros agentes y modos de vivir y pen­ sar. A la larga, estar lejos de fronte­ ras puede llevar alsectarismo, la ‘gue­ tización’y la irrelevancia social y cul­ tural. Las organizaciones a veces no tenemos ni personas, ni lenguajes, ni interfaces para estar presentes en lugares cultural o socialmente dis­ tintos a los ‘nuestros’.

La cuestión social, que afecta a todas las personas y organizaciones, ha sido no solo punto de división sino de encuentro. La Iglesia tiene aquí un ámbito propio de acción, tal y como lo ha hecho desde sus oríge­ nes. El Misterio, Dios, la experien­ cia personal de la acción de Dios en cada uno de nosotros, lleva inmer­ so consigo el deseo o búsqueda de la fraternidad universal o justicia so­ cia l. El teólogo  Karl Rahner escri­ bió: «En el futuro el cristiano será místico o no lo será».Años después el obispo Pedro Casaldáliga añadió:

«El cristiano del futuro o será pobre solidario con los pobres, o no lo será».
Las dos dimensiones son parte de la misma historia.

El sacerdote José María Arizmen­diarrieta (Markina,1915- Arrasate,1976) está inmerso en un proceso de canonización. Justificó su actuación en el ámbito social desde los pronun­ ciamientos oficiales de los Papas so­ bre temas sociales  recogidos en lo que se denominan ‘encíclicas socia­ les’. La primera encíclica de las que conforman la doctrina socia l de la Iglesia es de 1891(León XIII, ‘Rerum novarum’) y la última de esta índo­ le es de 2009 (Benedicto XVI, ‘Cari­ tas in Veritate’). Este mes ha sido presentado en Sevilla el libro ‘Pen­ samiento Social Cristiano abierto al siglo XXI’, editado por el profesor José Sois y con la participación de un buen grupo de profesores de univer­ sidades jesuitas, entre ellos algunos de la Universidad de Deusto, de sus dos campus.A los temas clásicos de desarrollo humano, caridad, gratui­ dad, dignidad humana, derechos hu­ manos, mercado, empresa, trabajo, propiedad, progreso, globalización, cooperación, etc., se añaden otros como ecología o tecnologia que apa­ recen más explícitamente en la última encíclica citada de Benedicto XVI. Ese libro es sólo un signo más de que desde la perspectiva católica se puede hacer un aporte a la cultu­ ra realizando pronunciamientos que afectan a valores y creencias, a ideo­ logías y derechos humanitarios, en un mundo en cambio y con necesi­ dad de justicia y ética.

La santidad, en el mundo cató­lico, hace referencia a personas que,por sus virtudes y vida, muestran para los cristianos caminos creíbles y elogiables de vida cristiana. En el caso de Arizmendiarrieta se mues­ tra que no hay oposición entre ser sacerdote y ser emprendedor so­ cial. Incluso, se puede decir que ese sacerdocio se deriva  o se expresa en ser emprendedor social. Este emprendimiento social se concre­ tó en aplicar al mundo laboral u or­ ganizacional principios clásicos del pensamiento social cristiano y en colaborar en la fundación de insti­ tuciones cooperativistas. Y esto sin contraponer, más bien relacionán­ dolo, con el fomento de la vida sa­ cramental y el acompañamiento y la guía espiritual.

Algún analista comparó a Ariz­mendiarrieta con el paleontólogo y filósofo Teilhard de Chardin. Si el pensador francés se empeñó en mostrar que a Dios se va por la evo­ lución de la creación, la espiritua­ lidad de Arizmendiarrieta, en cam­ bio, nos invita a ver que el trabajo nos lleva a Dios. Para algunas men­ talidades la santidad  está en espa­ cios ‘sag rados’ y no en los ‘profa­ nos’.

Arizmendiarrieta y sus segui­ dores  no vieron la santidad como algo separado del mundo.

Este año, el aniversario del falleci­miento de Arizmendiarrieta (29 de noviembre de1976) se celebra en un contexto muy particular: la crisis de una de las empresas emblemáticas del movimiento que él fundó. Esto ha provocado muchas reflexiones so­ bre el movimiento cooperativo.
Ha servido para retomar y reafirmarse en los principios originales, como son el de la participación o democracia in­ terna,el de solidaridad (dentro de las empresas o entre cooperativas), o el de cooperación o ayuda a los demás. Y también para recordar que la clave del éxito está en que los anteriores valores no han de estar en contradic­ ción con otros principios de la reali­ dad, como son la gestión empresarial adecuada, con el importante rol de los cargos directivos; los criterios que pide el mercado, como son la eficien­ cia, la productividad o la rentabilidad; y otros factores relevantes, como son el dinamismo y la innovación.

Un hombre muy austero (Ariz­mendiarrieta) ayudó hace medio si­glo a crear y repartir riqueza,conju­
gando esto con los valores de justi­ cia social y solidaridad. Desde su sa­ cerdocio fue sembrador de pensa­ mientos audaces y avanzados, de anhelos nobles.Supo ver en la situa­ ción de crisis económica de la pos­ guerra, en Arrasate, una frontera en la que había que introducirse. Esta­ mos ahora en otra época de crisis, tanto para la economía como para la fe católica. Hacen falta Arizmendis que se comprometan personalmen­ te con los problemas y que, desde el lado religioso y desde el lado huma­ nista, den respuestas realistas a las nuevas necesidades.

JOSÉ MARÍA GUIBERT
JESUITA RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE DEUSTO

El Correo
29-11-2013

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