El mundo cambia a mejor (aunque no para todos)

Hace ya algunos meses que la ONU publicó el Informe sobre el Desarrollo Humano 2012, estudio que realiza anualmente midiendo en cada país del globo diversos factores no solo económicos, sino también relativos a la educación, sanidad, esperanza de vida… que engloba dentro del llamado Índice de Desarrollo Humano (IDH)

En esta ocasión el informe destaca el ascenso del Sur, confirmando un fantástico avance en los últimos doce años de los ciudadanos de muchos de los países más pobres. Cientos de millones de personas de China, Brasil , India y países africanos, aun registrando todavía una renta media muy baja, están saliendo de la miseria y reflejan una importante mejoría en el citado índice.

Es interesante constatar que esta situación coincide, además, con cambios muy relevantes a nivel económico mundial. Por primera vez en 150 años, la producción combinada de las tres economías líderes del mundo en desarrollo (China, India y Brasil) es prácticamente igual al PIB conjunto de las potencias industriales más consolidadas del Norte: Canadá, Francia, Alemania, Italia, el Reino Unido y USA.

En 1950, China, India y Brasil juntos representaban solo el 10% del PIB mundial, mientras que a los seis líderes económicos tradicionales del Norte les correspondía más de la mitad. Sin embargo, según las proyecciones de este Informe para el año 2050, Brasil, China e India juntas serán responsables del 40% de la producción mundial y superarán ampliamente al G-7.

La mejora en el IDH de los países pobres coincide también con un notable crecimiento en el comercio mundial, que en 2011 llegó a representar cerca del 60% de la producción mundial. En él los países en desarrollo han desempeñado un papel clave, ya que entre 1980 y 2010, su participación en el comercio internacional de mercancías aumentó del 25% al 47%. Habiendo estrechado, además, vínculos entre sí las regiones en desarrollo. Así, en el periodo citado, el comercio entre países del Sur aumentó del 8,1% al 26,7% del total mundial. Los resultados han sido analizados por la ONU, habiendo llegado a identificarse algunos impulsores del desarrollo que, de hecho, cuestionan enfoques preconcebidos y prescriptivos: por un lado, anulan una serie de preceptos colectivistas y centralizados y, por el otro, se oponen a la liberalización irrestricta postulada en el Consenso de Washington.

En cualquier caso, llegan a la conclusión de que no hay un modelo único de desarrollo sino que hay distintas alternativas de éxito (sobresaliendo quizás el caso de Corea del Sur, que hace 40 años tenía la misma renta per capita que Ghana).

De cualquier modo, se constatan unos cambios profundos en la economía mundial, con unas tendencias positivas para los habitantes de los países más pobres que parecen confirmarse.

Sin embargo, esas buenas expectativas que parecen vislumbrarse para bastantes de los países más pobres, ciertamente no coinciden con las que se hacen para los países occidentales ni, especialmente, para el futuro del Estado español.

A pesar de que lo «políticamente adecuado» sea decir que la recuperación empezará en el Estado en «el segundo semestre del año que viene» (afirmación que estamos oyendo desde el año 2008), las previsiones del FMI apuntan al mantenimiento de un desempleo superior al 25% en los próximos cinco años, de no poner en marcha unas medidas de gran dureza y de eficacia no contrastada.

La recuperación sostenible del consumo en el mercado español puede retrasarse, por tanto, todavía muchos años, con el consiguiente impacto en las empresas que dependen en gran medida del mismo.

Aunque los economistas defienden que es conveniente generar expectativas optimistas y que no es bueno hacer predicciones negativas (todavía podemos recordar las críticas recibidas por el anterior presidente de la Corporación Mondragón cuando en otoño del 2008 situó en el 2014 la corrección de la fase negativa del ciclo económico), es innegable que solo siendo realistas con el escenario más probable es posible tomar medidas adecuadas para un previsible largo y frío invierno.

La decisión de poner en marcha medidas especiales de solidaridad, que afectan a más de 30.000 trabajadores (tomada, además, por unanimidad por sus representantes), para apoyar el futuro de una de las empresas cooperativas más afectada por la crisis, hace que quizás podamos inspirarnos en ese modelo singular para tener en cuenta algunos de sus valores peculiares y, en ese contexto, extraer algunas conclusiones generales:

1.- Ninguna empresa o país concretos va a mantener una posición privilegiada en el concierto mundial en razón a sus éxitos en el pasado. El futuro no está predeterminado y, especialmente en un escenario negativo prolongado, es imprescindible asumir el protagonismo para buscar soluciones, sin esperar que estas vengan por arte de magia (léase políticas macroeconómicas milagrosas a nivel estatal, europeo o mundial).

2.- En tiempos de especial dificultad es particularmente necesaria la solidaridad. Ello implica aceptar sacrificios voluntarios por las personas, grupos y empresas que han tenido más acierto (y/o mayor fortuna) en favor de aquellos que se enfrentan con dificultades insoslayables.

Interpela en mayor o menor medida a todos los grupos sociales, que deben reflexionar sobre sus responsabilidades ante «lo común» y no solo sobre sus derechos, por legítimos que sean.

3.- Políticas macroeconómicas aparte, es preciso recuperar con fuerza los valores de la austeridad y el ahorro como exigencia económica y moral. Fueron claves para el despegue inicial de la experiencia de Mondragón y quizás sean imprescindible en los momentos actuales, en los que no se puede repartir más riqueza que la que se crea ni mantener el bienestar alcanzado en base a un endeudamiento creciente.

4.- El debate es enriquecedor, ya que permite aprovechar más ideas y aportaciones de las personas implicadas, pero la confrontación es negativa para todos. No olvidemos que ha sido la cooperación «la poderosa palanca que ha multiplicado la eficacia de nuestros esfuerzos» y la responsable del «milagro de Mondragón», actualmente primer grupo empresarial en el País Vasco.

Por ello, cualquier enfoque basado en la defensa a ultranza de intereses parciales y en la confrontación como modelo de relación debe dar paso a planteamientos basados en la corresponsabilidad, la participación de las personas implicadas en las decisiones a todos los niveles y la cooperación entre los grupos con intereses diversos.

5.- Probablemente sea preciso para todo ello una conciencia colectiva que tenga presente que el reto es de tal envergadura que nadie quedaría inmune a las consecuencias de un fracaso colectivo en la adaptación a un cambio mundial de características desconocida en el último siglo.

Si en el futuro vamos a volver a ser un país de emigrantes (como en la mayor parte de nuestra historia) o un país capaz de estar entre los líderes mundiales en desarrollo y solidaridad, dependerá de nuestra capacidad de cooperar adecuadamente para afrontar los desafíos ya presentes.

http://www.noticiasdegipuzkoa.com
Domingo, 1 de Septiembre de 2013

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*
*
Website